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Lea la Biblia en un año : 268º día

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2 Samuel 21

David cobra venganza por los gabaonitas

21 Durante el reinado de David hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al Señor, y el Señor dijo: «El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».

Entonces el rey mandó llamar a los gabaonitas. No formaban parte de Israel, pero eran todo lo que quedaba de la nación de los amorreos. El pueblo de Israel había jurado no matarlos, pero Saúl, en su celo por Israel y Judá, trató de exterminarlos. David les preguntó:

—¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del Señor?

—Bueno, el dinero no puede resolver este asunto entre nosotros y la familia de Saúl—le contestaron los gabaonitas—. Tampoco podemos exigir la vida de cualquier persona de Israel.

—¿Qué puedo hacer entonces?—preguntó David—. Solo díganme, y lo haré por ustedes.

Ellos respondieron:

—Fue Saúl quien planeó destruirnos, para impedir que tengamos un lugar en el territorio de Israel. Así que entréguennos siete hijos de Saúl, y los ejecutaremos delante del Señor en Gabaón en el monte del Señor.[a]

—Muy bien—dijo el rey—lo haré.

Debido al juramento que David y Jonatán habían hecho delante del Señor, el rey le perdonó la vida a Mefiboset,[b] el hijo de Jonatán, nieto de Saúl. Sin embargo, les entregó a los dos hijos de Saúl, Armoni y Mefiboset, cuya madre fue Rizpa la hija de Aja. También les entregó a los cinco hijos de la hija de Saúl, Merab,[c] la esposa de Adriel, hijo de Barzilai de Mehola. Los hombres de Gabaón los ejecutaron en el monte delante del Señor. Los siete murieron juntos al comienzo de la cosecha de la cebada.

10 Después Rizpa, la hija de Aja y madre de dos de los hombres, extendió una tela áspera sobre una roca y permaneció allí toda la temporada de la cosecha. Ella evitó que las aves carroñeras despedazaran los cuerpos durante el día e impidió que los animales salvajes se los comieran durante la noche. 11 Cuando David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de Saúl, 12 fue a ver a la gente de Jabes de Galaad para recuperar los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán. (Cuando los filisteos mataron a Saúl y a Jonatán en el monte Gilboa, la gente de Jabes de Galaad robó sus cuerpos de la plaza pública de Bet-sán donde los filisteos los habían colgado). 13 De esa manera David obtuvo los huesos de Saúl y Jonatán, al igual que los huesos de los hombres que los gabaonitas habían ejecutado.

14 Luego el rey ordenó que enterraran los huesos en la tumba de Cis, padre de Saúl, en la ciudad de Zela, en la tierra de Benjamín. Después Dios hizo que terminara el hambre en la tierra.

Batallas contra los gigantes filisteos

15 Una vez más los filisteos estaban en guerra con Israel. Y cuando David y sus hombres estaban en lo más reñido de la pelea, a David se le acabaron las fuerzas y quedó exhausto. 16 Isbi-benob era un descendiente de los gigantes;[d] la punta de bronce de su lanza pesaba más de tres kilos,[e] y estaba armado con una espada nueva. Había acorralado a David y estaba a punto de matarlo. 17 Pero Abisai, hijo de Sarvia, llegó al rescate de David y mató al filisteo. Entonces los hombres de David declararon: «¡No volverás a salir con nosotros a la batalla! ¿Por qué arriesgarnos a que se apague la luz de Israel?».

18 Después hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Mientras peleaban, Sibecai de Husa mató a Saf, otro descendiente de los gigantes.

19 Durante otra batalla en Gob, Elhanán, hijo de Jair,[f] de Belén, mató al hermano de Goliat de Gat.[g] ¡El asta de su lanza era tan gruesa como un rodillo de telar!

20 En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre enorme[h] que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también descendiente de los gigantes. 21 Pero cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea,[i] hermano de David.

22 Estos cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.

Gálatas 1

Saludos de Pablo

Les escribo, yo, el apóstol Pablo. No fui nombrado apóstol por ningún grupo de personas ni por ninguna autoridad humana, sino por Jesucristo mismo y por Dios Padre, quien levantó a Jesús de los muertos.

Todos los hermanos de este lugar se unen a mí para enviar esta carta que escribo a las iglesias de Galacia.

Que Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo[a] les concedan gracia y paz. Tal como Dios nuestro Padre lo planeó, Jesús entregó su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo de maldad en el que vivimos. ¡A Dios sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.

Un solo camino verdadero

Estoy horrorizado de que ustedes estén apartándose tan pronto de Dios, quien los llamó a sí mismo por medio de la amorosa misericordia de Cristo.[b] Están siguiendo un evangelio diferente, que aparenta ser la Buena Noticia, pero no lo es en absoluto. Están siendo engañados por los que a propósito distorsionan la verdad acerca de Cristo.

Si alguien—ya sea nosotros o incluso un ángel del cielo—les predica otra Buena Noticia diferente de la que nosotros les hemos predicado, que le caiga la maldición de Dios. Repito lo que ya hemos dicho: si alguien predica otra Buena Noticia distinta de la que ustedes han recibido, que esa persona sea maldita.

10 Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo.

El mensaje de Pablo procede de Cristo

11 Amados hermanos, quiero que entiendan que el mensaje del evangelio que predico no se basa en un simple razonamiento humano. 12 No recibí mi mensaje de ninguna fuente humana ni nadie me lo enseñó. En cambio, lo recibí por revelación directa de Jesucristo.[c]

13 Ustedes saben cómo me comportaba cuando pertenecía a la religión judía y cómo perseguí con violencia a la iglesia de Dios. Hice todo lo posible por destruirla. 14 Yo superaba ampliamente a mis compatriotas judíos en mi celo por las tradiciones de mis antepasados.

15 Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego le agradó 16 revelarme a su Hijo[d] para que yo proclamara a los gentiles[e] la Buena Noticia acerca de Jesús.

Cuando esto sucedió, no me apresuré a consultar con ningún ser humano.[f] 17 Tampoco subí a Jerusalén para pedir consejo de los que eran apóstoles antes que yo. En cambio, me fui a la región de Arabia y después regresé a la ciudad de Damasco.

18 Luego, tres años más tarde, fui a Jerusalén para conocer a Pedro[g] y me quedé quince días con él. 19 El único otro apóstol que conocí en esos días fue Santiago, el hermano del Señor. 20 Declaro delante de Dios que no es mentira lo que les escribo.

21 Después de esa visita, me dirigí al norte, a las provincias de Siria y Cilicia. 22 Y aun así, las iglesias en Cristo que están en Judea todavía no me conocían personalmente. 23 Todo lo que sabían de mí era lo que la gente decía: «¡El que antes nos perseguía ahora predica la misma fe que trataba de destruir!». 24 Y alababan a Dios por causa de mí.

Ezequiel 28

Mensaje para el rey de Tiro

28 Después recibí este mensaje del Señor«Hijo de hombre, dale al príncipe de Tiro este mensaje de parte del Señor Soberano:

»“En tu gran arrogancia afirmaste: ‘¡Soy un dios!
    Estoy sentado en un trono divino, en el corazón del mar’;
pero eres solo un hombre y no un dios,
    aunque te jactes de ser un dios.
Te crees más sabio que Daniel
    y piensas que ningún secreto está oculto de ti.
Con tu sabiduría y entendimiento has acumulado mucha riqueza:
    oro y plata para tus tesoros.
Sí, tu sabiduría te hizo muy rico,
    y tus riquezas, muy orgulloso.

»”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano:
ya que te crees tan sabio como un dios,
    haré que te ataque un ejército extranjero,
    el terror de las naciones.
¡Ellos desenvainarán sus espadas contra tu maravillosa sabiduría
    y profanarán tu esplendor!
Te hundirán en la fosa,
    y morirás en el corazón del mar,
    traspasado de muchas heridas.
¿Te jactarás, entonces, diciendo: ‘¡Soy un dios!’
    frente a tus asesinos?
¡Para ellos no serás un dios,
    sino un simple hombre!
10 Morirás como un pagano[a]
    en manos de extranjeros.
    ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».

11 Luego recibí otro mensaje más del Señor12 «Hijo de hombre, entona este canto fúnebre para el rey de Tiro. Dale este mensaje de parte del Señor Soberano:

»“Tú eras el modelo de la perfección,
    lleno de sabiduría y de exquisita belleza.
13 Estabas en el Edén,
    el jardín de Dios.
Tenías la ropa adornada con toda clase de piedras preciosas[b]
    —cornalina rojiza, peridoto verde pálido, adularia blanca,
    berilo azul y verde, ónice, jaspe verde,
    lapislázuli, turquesa y esmeralda—,
todas talladas especialmente para ti
    e incrustadas en el oro más puro.
Te las dieron
    el día en que fuiste creado.
14 Yo te ordené y te ungí
    como poderoso ángel guardián.[c]
Tenías acceso al monte santo de Dios
    y caminabas entre las piedras de fuego.

15 »”Eras intachable en todo lo que hacías,
    desde el día en que fuiste creado
    hasta el día en que se encontró maldad en ti.
16 Tu abundante comercio te llevó a la violencia,
    y pecaste.
Entonces te expulsé en deshonra
    de la montaña de Dios.
Te eché, guardián poderoso,
    del lugar que tenías entre las piedras de fuego.
17 Tu corazón se llenó de orgullo
    debido a tu gran belleza.
Tu sabiduría se corrompió
    a causa de tu amor por el esplendor.
Entonces te arrojé al suelo
    y te expuse a la mirada curiosa de los reyes.
18 Profanaste tus santuarios
    con tus muchos pecados y tu comercio deshonesto.
Entonces hice brotar fuego de tu interior
    y te consumió.
Te reduje a cenizas en el suelo
    a la vista de todos los que te miraban.
19 Todos los que te conocían se horrorizaron por tu destino.
    Has llegado a un final terrible,
    y dejarás de existir”».

Mensaje para Sidón

20 Luego recibí otro mensaje del Señor21 «Hijo de hombre, ponte de cara a la ciudad de Sidón y profetiza contra ella. 22 Dale a la gente de Sidón este mensaje de parte del Señor Soberano:

»“Oh Sidón, yo soy tu enemigo,
    y revelaré mi gloria en lo que te haré.
Cuando traiga juicio sobre ti
    y revele mi santidad en medio de ti,
todos los que observen sabrán
    que yo soy el Señor.
23 Enviaré una plaga contra ti
    y correrá sangre por tus calles.
El ataque llegará de todas direcciones,
    y tu gente quedará masacrada dentro de tus murallas.
Entonces todos sabrán
    que yo soy el Señor.
24 Los vecinos burlones de Israel ya no la provocarán
    punzándola y desgarrándola como zarzas y espinos.
Pues entonces sabrán
    que yo soy el Señor Soberano”.

Restauración de Israel

25 »Esto dice el Señor Soberano: el pueblo de Israel volverá a vivir en su propio país, la tierra que le di a mi siervo Jacob. Pues reuniré a los israelitas de entre las tierras lejanas adonde los había esparcido. A la vista de las naciones del mundo, revelaré mi santidad en mi pueblo. 26 En Israel, ellos vivirán seguros, construirán casas y cultivarán viñedos; y cuando yo castigue a las naciones vecinas que los trataron con desprecio, ellos sabrán que yo soy el Señor su Dios».