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Lea la Biblia en un año : 224º día

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1 Samuel 2

Oración de alabanza de Ana

Luego Ana oró:

«¡Mi corazón se alegra en el Señor!
    El Señor me ha fortalecido.[a]
Ahora tengo una respuesta para mis enemigos;
    me alegro porque tú me rescataste.
¡Nadie es santo como el Señor!
    Aparte de ti, no hay nadie;
    no hay Roca como nuestro Dios.

»¡Dejen de ser tan orgullosos y altaneros!
    ¡No hablen con tanta arrogancia!
Pues el Señor es un Dios que sabe lo que han hecho;
    él juzgará sus acciones.
El arco de los poderosos está quebrado,
    y los que tropezaban ahora son fuertes.
Los que estaban bien alimentados ahora tienen hambre,
    y los que se morían de hambre ahora están saciados.
La mujer que no podía tener hijos ahora tiene siete,
    y la mujer con muchos hijos se consume.
El Señor da tanto la muerte como la vida;
    a unos baja a la tumba[b] y a otros levanta.
El Señor hace a algunos pobres y a otros ricos;
    a unos derriba y a otros levanta.
Él levanta al pobre del polvo
    y al necesitado del basurero.
Los pone entre los príncipes
    y los coloca en los asientos de honor.
Pues toda la tierra pertenece al Señor,
    y él puso en orden el mundo.

»Él protegerá a sus fieles,
    pero los perversos desaparecerán en la oscuridad.
Nadie tendrá éxito solamente por la fuerza.
10     Los que pelean contra el Señor serán destrozados.
Él retumba contra ellos desde el cielo;
    el Señor juzga en toda la tierra.
Él da poder a su rey;
    aumenta la fuerza[c] de su ungido».

11 Después Elcana regresó a su casa en Ramá sin Samuel, y el niño servía al Señor como ayudante del sacerdote Elí.

Los hijos perversos de Elí

12 Ahora bien, los hijos de Elí eran unos sinvergüenzas que no le tenían respeto al Señor 13 ni a sus obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, los hijos de Elí enviaban a un sirviente con un tenedor grande de tres dientes. Mientras la carne del animal sacrificado aún se cocía, 14 el sirviente metía el tenedor en la olla y exigía que todo lo que sacara con el tenedor fuera entregado a los hijos de Elí. Así trataban a todos los israelitas que llegaban a Silo para adorar. 15 Algunas veces el sirviente llegaba aun antes de que la grasa del animal fuera quemada sobre el altar. Exigía carne cruda antes de que hubiera sido cocida, para poder asarla.

16 Si el hombre que ofrecía el sacrificio respondía: «Toma toda la que quieras, pero solo después de quemarse la grasa», el sirviente insistía: «No, dámela ahora o la tomaré por la fuerza». 17 Así que el pecado de estos jóvenes era muy serio ante los ojos del Señor, porque trataban las ofrendas del Señor con desprecio.

18 Pero Samuel, aunque era solo un niño, servía al Señor; vestía una túnica de lino como la del sacerdote.[d] 19 Cada año su madre le hacía un pequeño abrigo y se lo llevaba cuando iba con su esposo para el sacrificio. 20 Antes de que ellos regresaran a su casa, Elí bendecía a Elcana y a su esposa diciendo: «Que el Señor les dé otros hijos para que tomen el lugar de este que ella entregó al Señor[e]». 21 Entonces el Señor bendijo a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Entre tanto, Samuel crecía en la presencia del Señor.

22 Ahora bien, Elí era muy viejo, pero estaba consciente de lo que sus hijos le hacían al pueblo de Israel. Por ejemplo, sabía que sus hijos seducían a las jóvenes que ayudaban a la entrada del tabernáculo.[f] 23 Elí les dijo: «He oído lo que la gente dice acerca de las cosas perversas que ustedes hacen. ¿Por qué siguen pecando? 24 ¡Basta, hijos míos! Los comentarios que escucho del pueblo del Señor no son buenos. 25 Si alguien peca contra otra persona, Dios puede[g] mediar por el culpable. Pero si alguien peca contra el Señor, ¿quién podrá interceder?». Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso a su padre, porque el Señor ya había decidido quitarles la vida.

26 Mientras tanto, el niño Samuel crecía en estatura física y en el favor del Señor y en el de toda la gente.

Advertencia para la familia de Elí

27 Cierto día un hombre de Dios vino a Elí y le dio el siguiente mensaje del Señor: «Yo me revelé[h] a tus antepasados cuando eran esclavos del faraón en Egipto. 28 Elegí a tu antepasado Aarón[i] de entre todas las tribus de Israel para que fuera mi sacerdote, ofreciera sacrificios sobre mi altar, quemara incienso y vistiera el chaleco sacerdotal,[j] cuando me servía. Y les asigné las ofrendas de los sacrificios a ustedes, los sacerdotes. 29 Entonces, ¿por qué menosprecian mis sacrificios y ofrendas? ¿Por qué les das más honor a tus hijos que a mí? ¡Pues tú y ellos han engordado con lo mejor de las ofrendas de mi pueblo Israel!

30 »Por lo tanto, el Señor, Dios de Israel, dice: prometí que los de tu rama de la tribu de Leví[k] me servirían siempre como sacerdotes. Sin embargo, honraré a los que me honran y despreciaré a los que me menosprecian. 31 Llegará el tiempo cuando pondré fin a tu familia para que ya no me sirva en el sacerdocio. Todos los miembros de tu familia morirán antes de tiempo; ninguno llegará a viejo. 32 Con envidia mirarás cuando derrame prosperidad sobre el pueblo de Israel, pero ningún miembro de tu familia jamás cumplirá sus días. 33 Los pocos que no sean excluidos de servir en mi altar sobrevivirán, pero solamente para que sus ojos queden ciegos y se les rompa el corazón, y sus hijos morirán de muerte violenta.[l] 34 Y para comprobar que lo que dije se hará realidad, ¡haré que tus dos hijos, Ofni y Finees, mueran el mismo día!

35 »Entonces levantaré a un sacerdote fiel, quien me servirá y hará lo que yo deseo. Estableceré para él una descendencia duradera, y ellos serán por siempre sacerdotes para mis reyes ungidos. 36 Así pues, todos los que sobrevivan de tu familia se inclinarán ante él, mendigando dinero y comida. Dirán: “Le rogamos que nos dé trabajo entre los sacerdotes para que tengamos suficiente para comer”».

Romanos 2

Juicio de Dios contra el pecado

Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que la de ellos, ¡y no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas. Y sabemos que Dios, en su justicia, castigará a todos los que hacen tales cosas. Y tú, que juzgas a otros por hacer esas cosas, ¿cómo crees que podrás evitar el juicio de Dios cuando tú haces lo mismo? ¿No te das cuenta de lo bondadoso, tolerante y paciente que es Dios contigo? ¿Acaso eso no significa nada para ti? ¿No ves que la bondad de Dios es para guiarte a que te arrepientas y abandones tu pecado?

Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira, en el cual se manifestará el justo juicio de Dios. Él juzgará a cada uno según lo que haya hecho. Dará vida eterna a los que siguen haciendo el bien, pues de esa manera demuestran que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad que Dios ofrece; pero derramará su ira y enojo sobre los que viven para sí mismos, los que se niegan a obedecer la verdad y, en cambio, viven entregados a la maldad. Habrá aflicción y angustia para todos los que siguen haciendo lo malo, para los judíos primero y también para los gentiles;[a] 10 pero habrá gloria, honra y paz de parte de Dios para todos los que hacen lo bueno, para los judíos primero y también para los gentiles. 11 Pues Dios no muestra favoritismo.

12 Los gentiles serán destruidos por el hecho de pecar, aunque nunca tuvieron la ley escrita de Dios; y los judíos, quienes sí tienen la ley de Dios, serán juzgados por esa ley porque no la obedecen. 13 Pues el simple acto de escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer la ley lo que nos hace justos ante sus ojos. 14 Aun los gentiles, quienes no cuentan con la ley escrita de Dios, muestran que conocen esa ley cuando, por instinto, la obedecen aunque nunca la hayan oído. 15 Ellos demuestran que tienen la ley de Dios escrita en el corazón, porque su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto. 16 Y el mensaje que proclamo es que se acerca el día en que Dios juzgará, por medio de Cristo Jesús, la vida secreta de cada uno.

Los judíos y la ley

17 Tú, que te llamas judío, confías en la ley de Dios y te jactas de tu relación especial con él. 18 Tú sabes lo que a él le agrada, sabes bien qué es lo correcto, porque se te ha enseñado su ley. 19 Estás convencido de que eres guía para los ciegos y luz para los que andan perdidos en la oscuridad. 20 Piensas que puedes instruir al ignorante y enseñar a los niños los caminos de Dios. Pues estás seguro de que la ley de Dios te da pleno conocimiento y toda la verdad.

21 Ahora bien, si tú enseñas a otros, ¿por qué no te enseñas a ti mismo? Predicas a otros que no se debe robar, ¿pero tú robas? 22 Dices que está mal cometer adulterio, ¿pero tú cometes adulterio? Condenas la idolatría, ¿pero tú usas objetos robados de los templos paganos?[b] 23 Te sientes muy orgulloso de conocer la ley pero deshonras a Dios al quebrantarla. 24 No es extraño que las Escrituras digan: «Los gentiles blasfeman el nombre de Dios por causa de ustedes»[c].

25 La ceremonia judía de la circuncisión solo tiene valor si obedeces la ley de Dios; pero si no obedeces la ley de Dios, no estás en mejor condición que un gentil incircunciso. 26 Y si los gentiles obedecen la ley de Dios, ¿acaso él no los considerará su propio pueblo? 27 De hecho, los gentiles incircuncisos que cumplen la ley de Dios los condenarán a ustedes, judíos, que están circuncidados y tienen la ley de Dios pero no la obedecen.

28 Pues no se es un verdadero judío solo por haber nacido de padres judíos ni por haber pasado por la ceremonia de la circuncisión. 29 No, un verdadero judío es aquel que tiene el corazón recto a los ojos de Dios. La verdadera circuncisión no consiste meramente en obedecer la letra de la ley, sino que es un cambio en el corazón, producido por el Espíritu. Y una persona con un corazón transformado busca[d] la aprobación de Dios, no la de la gente.

Jeremías 40

40 El Señor le dio a Jeremías un mensaje después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo dejó libre en Ramá. Este había encontrado a Jeremías atado con cadenas entre todos los demás cautivos de Jerusalén y de Judá que estaban siendo desterrados a Babilonia.

El capitán de la guardia mandó llamar a Jeremías y le dijo: «El Señor tu Dios trajo desastre a esta tierra tal como dijo que haría, pues este pueblo ha pecado contra el Señor y lo desobedeció. Por eso ocurrió. Ahora voy a quitarte estas cadenas y a dejarte libre. Si quieres venir conmigo a Babilonia, eres bienvenido. Me ocuparé de que seas tratado bien, pero si no quieres venir, puedes quedarte aquí. Toda la tierra está ante ti, puedes irte a donde quieras. Si decides quedarte, regresa a Gedalías, hijo de Ahicam y nieto de Safán. Él fue nombrado gobernador de Judá por el rey de Babilonia. Quédate allí con la gente que él gobierna, pero eso depende de ti. Puedes irte a donde quieras».

Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, le dio a Jeremías algo de comida y dinero y lo dejó ir. Entonces, Jeremías regresó a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa, y vivió en Judá con los pocos que se quedaron en la tierra.

Gedalías gobierna sobre Judá

Los líderes de los grupos militares judíos que estaban en el campo oyeron que el rey de Babilonia había nombrado a Gedalías, hijo de Ahicam, gobernador sobre las personas pobres que fueron dejadas en Judá, es decir, los hombres, las mujeres y los niños que no habían sido desterrados a Babilonia. Así que fueron a ver a Gedalías a Mizpa. El grupo incluía a Ismael, hijo de Netanías; Johanán y Jonatán, hijos de Carea; Seraías, hijo de Tanhumet; los hijos de Efai el netofatita; Jezanías, hijo del maacateo; y todos sus hombres.

Gedalías les juró que los babilonios[a] no querían hacerles ningún daño. «No tengan miedo de servirles. Vivan en la tierra y sirvan al rey de Babilonia, y todo les irá bien—les prometió—. 10 En cuanto a mí, permaneceré en Mizpa para representarlos a ustedes ante los babilonios cuando vengan a reunirse con nosotros. Establézcanse en las ciudades que han tomado y vivan de la tierra. Cosechen las uvas, los frutos de verano y los olivos, y almacénenlos».

11 Cuando los judíos que se encontraban en Moab, Amón, Edom y en los otros países cercanos oyeron que el rey de Babilonia había dejado un puñado de gente en Judá y que Gedalías era el gobernador, 12 comenzaron a regresar a Judá de los lugares adonde habían huido. Se detuvieron en Mizpa para encontrarse con Gedalías y luego se fueron a los campos de Judá para recoger una gran cosecha de uvas y de otros cultivos.

Complot contra Gedalías

13 Poco tiempo después, Johanán, hijo de Carea, y los otros líderes militares fueron a ver a Gedalías en Mizpa. 14 Le dijeron: «¿Sabías que Baalis, rey de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para asesinarte?», pero Gedalías se negó a creerles.

15 Más adelante Johanán habló con Gedalías en privado y se ofreció para matar a Ismael en forma secreta.

—¿Por qué deberíamos permitir que venga y te mate?—preguntó Johanán—. ¿Qué les sucederá entonces a los judíos que regresaron? ¿Por qué los pocos que quedamos deberíamos terminar esparcidos y perdidos?

16 Pero Gedalías le dijo a Johanán:

—Te prohíbo que hagas semejante cosa ya que mientes en cuanto a Ismael.