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Lea la Biblia en un año : 223º día

Lea la Biblia en un año : 223º día

1 Samuel 1

Elcana y su familia

Había un hombre llamado Elcana que vivía en Ramá, en la región de Zuf[a] ubicada en la zona montañosa de Efraín. Era hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, de la tribu de Efraín. Elcana tenía dos esposas: Ana y Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no.

Cada año Elcana viajaba a la ciudad de Silo para adorar al Señor de los Ejércitos Celestiales y ofrecerle sacrificios en el tabernáculo. Los sacerdotes del Señor en ese tiempo eran los dos hijos de Elí: Ofni y Finees. Cuando Elcana presentaba su sacrificio, les daba porciones de esa carne a Penina y a cada uno de sus hijos. Sin embargo, a Ana, aunque la amaba, solamente le daba una porción selecta[b] porque el Señor no le había dado hijos. De manera que Penina se mofaba y se reía de Ana porque el Señor no le había permitido tener hijos. Año tras año sucedía lo mismo: Penina se burlaba de Ana mientras iban al tabernáculo.[c] En cada ocasión, Ana terminaba llorando y ni siquiera quería comer.

«¿Por qué lloras, Ana?—le preguntaba Elcana—. ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás desanimada? ¿Solo por no tener hijos? Me tienes a mí, ¿acaso no es mejor que tener diez hijos?».

Oración de Ana por un hijo

Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo.[d] 10 Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al Señor 11 e hizo el siguiente voto: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al Señor, nunca se le cortará el cabello[e]».

12 Mientras Ana oraba al Señor, Elí la observaba 13 y la veía mover los labios. Pero como no oía ningún sonido, pensó que estaba ebria.

14 —¿Tienes que venir borracha?—le reclamó—. ¡Abandona el vino!

15 —¡Oh no, señor!—respondió ella—. No he bebido vino ni nada más fuerte. Pero como estoy muy desanimada, derramaba ante el Señor lo que hay en mi corazón. 16 ¡No piense que soy una mujer perversa! Pues he estado orando debido a mi gran angustia y a mi profundo dolor.

17 —En ese caso—le dijo Elí—, ¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.

18 —¡Oh, muchas gracias!—exclamó ella.

Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste.

Nacimiento y dedicación de Samuel

19 Temprano a la mañana siguiente, la familia se levantó y una vez más fue a adorar al Señor. Después regresaron a su casa en Ramá. Ahora bien, cuando Elcana se acostó con Ana, el Señor se acordó de la súplica de ella, 20 y a su debido tiempo dio a luz un hijo a quien le puso por nombre Samuel,[f] porque dijo: «Se lo pedí al Señor».

21 Al año siguiente, Elcana y su familia hicieron su viaje anual para ofrecer sacrificio al Señor y para cumplir su voto. 22 Pero Ana no los acompañó y le dijo a su esposo:

—Esperemos hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré al tabernáculo y lo dejaré allí con el Señor para siempre.[g]

23 —Haz lo que mejor te parezca—acordó Elcana—. Quédate aquí por ahora, y que el Señor te ayude a cumplir tu promesa.[h]

Así que ella se quedó en casa y amamantó al niño hasta que lo destetó.

24 Cuando el niño fue destetado, Ana lo llevó al tabernáculo en Silo. Ellos llevaron un toro de tres años[i] para el sacrificio, una canasta[j] de harina y un poco de vino. 25 Después de sacrificar el toro, llevaron al niño a Elí. 26 «Señor, ¿se acuerda de mí?—preguntó Ana—. Soy aquella misma mujer que estuvo aquí hace varios años orando al Señor27 Le pedí al Señor que me diera este niño, y él concedió mi petición. 28 Ahora se lo entrego al Señor, y le pertenecerá a él toda su vida». Y allí ellos adoraron[k] al Señor.

 

Romanos 1

Saludos de Pablo

Yo, Pablo, esclavo de Cristo Jesús y elegido por Dios para ser apóstol y enviado a predicar su Buena Noticia, escribo esta carta. Dios prometió esa Buena Noticia hace tiempo por medio de sus profetas en las sagradas Escrituras. La Buena Noticia trata de su Hijo. En su vida terrenal, él fue descendiente del rey David, y quedó demostrado que era[a] el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo.[b] Él es Jesucristo nuestro Señor. Por medio de Cristo, Dios nos ha dado a nosotros, como apóstoles, el privilegio[c] y la autoridad de anunciar por todas partes a los gentiles[d] lo que Dios ha hecho por ellos, a fin de que crean en él y lo obedezcan, lo cual dará gloria a su nombre.

Ustedes están incluidos entre los gentiles que fueron llamados a pertenecer a Jesucristo. Les escribo a todos ustedes, los amados de Dios que están en Roma y son llamados a ser su pueblo santo.

Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.

La Buena Noticia de Dios

Ante todo les digo que, mediante Jesucristo, le doy gracias a mi Dios por todos ustedes, porque en todas partes del mundo se habla de la fe que tienen en él. Dios sabe cuántas veces los recuerdo en mis oraciones. Día y noche hago mención de ustedes y sus necesidades delante de Dios, a quien sirvo con todo mi corazón[e] anunciando la Buena Noticia acerca de su Hijo.

10 Algo que siempre pido en oración es que, Dios mediante, se presente la oportunidad de ir por fin a verlos. 11 Pues tengo muchos deseos de visitarlos para llevarles algún don espiritual que los ayude a crecer firmes en el Señor. 12 Cuando nos encontremos, quiero alentarlos en la fe pero también me gustaría recibir aliento de la fe de ustedes.

13 Quiero que sepan, amados hermanos, que me propuse muchas veces ir a visitarlos pero, hasta el momento, me vi impedido. Mi deseo es trabajar entre ustedes y ver frutos espirituales tal como he visto entre otros gentiles. 14 Pues siento una gran obligación tanto con los habitantes del mundo civilizado como con los del resto del mundo,[f] con los instruidos y los incultos por igual. 15 Así que estoy ansioso por visitarlos también a ustedes, que están en Roma, para predicarles la Buena Noticia.

16 Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles.[g] 17 Esa Buena Noticia nos revela cómo Dios nos hace justos ante sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de la fe. Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida»[h].

La ira de Dios contra el pecado

18 Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión.[i] 19 Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. 20 Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios.

21 Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión. 22 Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios. 23 Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles.

24 Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí. 25 Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza! Amén. 26 Por esa razón, Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas. Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras. 27 Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro de sí el castigo que merecían.

28 Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. 29 Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes. 30 Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. 31 No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión. 32 Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan.

Jeremías 39

Caída de Jerusalén

39 En enero[a] del noveno año del reinado de Sedequías, el rey Nabucodonosor[b] de Babilonia llegó con todo su ejército para sitiar Jerusalén. Dos años y medio más tarde, el 18 de julio[c] del año once del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en la muralla de la ciudad. Todos los oficiales del ejército babilónico entraron y, en señal de su triunfo, se sentaron en la puerta Central: Nergal-sarezer de Samgar y Nebo-sarsequim,[d] un oficial principal, Nergal-sarezer, consejero del rey, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia.

Cuando el rey Sedequías de Judá y todos los soldados vieron que los babilonios habían invadido la ciudad, huyeron. Esperaron hasta la caída del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real y se dirigieron al valle del Jordán.[e]

Sin embargo, las tropas babilónicas[f] los persiguieron y alcanzaron a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo capturaron y lo llevaron ante el rey Nabucodonosor de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías. El rey de Babilonia hizo que Sedequías observara mientras masacraba a sus hijos en Ribla. El rey de Babilonia también masacró a todos los nobles de Judá. Luego le sacó los ojos y lo ató con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia.

Mientras tanto, los babilonios quemaron Jerusalén, incluidos el palacio real y las casas del pueblo, y derribaron las murallas de la ciudad. Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivas a Babilonia a las personas que quedaban en la ciudad, a las que habían desertado para unirse a sus filas y a todas las que quedaban. 10 Pero Nabuzaradán permitió que algunos de los más pobres se quedaran en la tierra de Judá, y los hizo responsables de cuidar los viñedos y los campos.

Jeremías permanece en Judá

11 El rey Nabucodonosor había ordenado a Nabuzaradán, capitán de la guardia, que encontrara a Jeremías. 12 «Asegúrate de que no esté herido—le dijo—, trátalo bien y dale todo lo que quiera». 13 Así que Nabuzaradán, capitán de la guardia; Nabusazbán, un oficial principal; Nergal-sarezer, consejero del rey; y los demás oficiales del rey de Babilonia 14 enviaron mensajeros para que sacaran a Jeremías de la prisión. Lo pusieron al cuidado de Gedalías, hijo de Ahicam y nieto de Safán, quien lo llevó de regreso a su casa. Entonces Jeremías permaneció en Judá, entre su propio pueblo.

15 El Señor le dio a Jeremías el siguiente mensaje cuando todavía estaba en prisión: 16 «Dile a Ebed-melec el etíope:[g] “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Cumpliré en esta ciudad todas mis amenazas; enviaré desastre y no prosperidad. Tú mismo verás su destrucción, 17 pero te libraré de aquellos a quienes tanto temes. 18 Como has confiado en mí, te daré tu vida como recompensa; te rescataré y te mantendré seguro. ¡Yo, el Señor, he hablado!’”».