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Dentro de si, Celeste Belén cargaba un gran odio en contra de su madre y su hermana. Siempre había pleitos, incluso cuando estaban en la mesa para comer. Hasta que un día su madre le insistió que fuera a la iglesia, ya que se rehusaba ir, y aceptó la invitación. Empezó a ir a los servicios de fe, comenzó a liberarse y aprendió a perdonar. Después que recibió el Espíritu Santo, ella es otra persona.