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Ganancia deshonesta

Ganancia deshonesta

En los diccionarios, la ganancia es definida como acción o efecto de ganar, lucrar o alcanzar beneficios. Entonces, esta característica se encaja en el perfil de un pastor mercenario, que no tiene amor por las ovejas.

Al cuidar de estas, él estará́ pensando en atender a sus propias necesidades, pues está preocupado solamente por su bienestar, y poco le importa el sufrimiento de las personas. De ese modo, su trabajo no tendrá́ la marca del sacrificio, porque todo lo que el mercenario hace en favor de alguien es por obligación, y no por amor, y teniendo como objetivo solo la ganancia personal que obtendrá́ por aquella actividad. Entonces, si en algún momento, sus voluntades o necesidades no son suplidas, él abandonará el rebaño, sin el menor pesar, e irá detrás de algo que le dé un estatus mejor.

Otra característica del pastor tomado por la codicia es el miedo de las persecuciones y de las injusticias. Por “servir” solo en pro de sí mismo, no tiene disposición de sufrir o de arriesgar su vida a causa del Evangelio y de aquellos a quienes el Señor le confió́. Por esa razón, a la menor señal de luchas y de problemas, huye de la responsabilidad de cuidar a las ovejas de Dios. Los pastores así́ están más preocupados por su seguridad que por la Salvación y la protección de las indefensas ovejas.

Por otro lado, vea lo que el Espíritu de Dios dice sobre cómo los verdaderos pastores deben apacentar a Sus ovejas:

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”.

– 1 Pedro 5:2 RVR 1960

El apóstol Pedro habla, con propiedad, sobre este tema porque conocía la sobrevaloración que los maestros judíos de la época del Señor Jesús le daban al oro (las ofrendas del Templo), en detrimento del Altar y del Santuario.

Ellos, claramente, pastoreaban mal al rebaño de Dios porque pensaban solamente en sí mismos. Así́, el pueblo de Israel no era instruido y cuidado por los religiosos de la forma como el Señor lo había determinado.

La intención que conducía a aquellos hombres era la sórdida avaricia y sus intereses personales – justamente el modelo que un verdadero pastor no debe seguir.

Incluso, si hay algo que el pastor jamás debe olvidar es que el rebaño que cuida es de Dios, y no de él, por eso rendirá́ cuentas de su servicio al Señor, en la eternidad.

Dios Le entregó Su bien precioso, Su Iglesia, a Su Hijo como herencia. Por ese motivo, el Señor Jesús interrogó a

Pedro al respecto de su amor a Él antes de pasarle Sus ovejas a sus cuidados (Juan 21:15-17).

Eso indica que apacentar o pastorear a las ovejas de Dios va mucho más allá́ de estar en un púlpito o predicar el Evangelio. Consiste en alimentarlas no con paja o viento, sino con alimento que las sustente.

Ese alimento no puede ser otro que la propia Palabra de Dios, que suscita la fe, que impulsa el temor y que proporciona el cumplimiento de las promesas Divinas.

Además, apacentar implica proteger, ofrecer seguridad, disciplina y todo lo demás que una persona necesita para conducir su vida espiritual.

Mensaje sustraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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