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Esposas repudiadas

Esposas repudiadas

ESPOSAS REPUDIADAS.

Bellas y llenas de vida, esas mujeres pasan por muchas dificultades para que el nombre del Señor Jesús sea glorificado.

Ellas fueron de la desesperación a la vergüenza, de la humillación a la soledad, pero, guardaron su fe con la gran determinación de que nada ni nadie las sacaría de la presencia de su Creador.  Dios se convirtió en su Marido. El Único que permaneció, Aquél que se preocupó, la entendió y que no cambió; el Único que estará siempre a su lado sin importarle cuánto ellas engorden o envejezcan. Él es quien estará siempre cerca, hasta el último día de sus vidas.

Esas mujeres son las que están más cerca de Dios, pues Él es todo lo que tienen. Se convierten en la columna de la Iglesia del Señor Jesucristo. Su fuerza excede todas las expectativas a través de todo lo que enfrentan, viven por la fe y no por la emoción, mostrándose justas delante de Dios, pues “el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:4). En los momentos de tribulaciones, desesperación y abandono no buscan la misericordia y el consuelo de nadie, y sí servir a Dios. Poseen un único objetivo en la vida, qué es servir al Señor, quien también pasó por tribulaciones, problemas y abandono.

Abandonadas por sus maridos, son ejemplos de fe en el Señor Jesucristo, mostrando a Él y a todos, que su fe no depende   de ningún “acuerdo”.

“Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra. Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el Señor, y como a esposa de la juventud que es repudiada – dice tu Dios. Por un breve momento te abandoné, pero con gran compasión te recogeré. En un acceso de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti – dice el Señor tu Redentor. Porque esto es para mí como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé nunca más inundarían la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reprenderé. Porque los montes serán quitados y las colinas temblarán, pero mi misericordia no se apartará de ti, y el pacto de mi paz no será quebrantado – dice el Señor, que tiene compasión de ti. Oh afligida, azotada por la tempestad, sin consuelo, he aquí, yo asentaré tus piedras en antimonio, y tus cimientos en zafiros.  Haré tus almenas de rubíes, tus puertas de cristal, y todo tu muro de piedras preciosas. Todos tus hijos serán enseñados por el Señor, y grande será el bienestar de tus hijos. En justicia serás establecida. Estarás lejos de la opresión, pues no temerás, y del terror, pues no se acercará a ti. Si alguno te ataca ferozmente, no será de mi parte.  Cualquiera que te ataque, por causa de ti caerá. He aquí, yo he creado al herrero que sopla las brasas en el fuego y saca una herramienta para su trabajo; yo he creado al devastador para destruir.  Ningún arma forjada contra ti prosperará y condenarás toda lengua que se alce contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos del Señor, y su justificación viene de mí declara el Señor.” Isaías 54:5-17

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