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Cómo llegar al Altar (Parte 2)

Tienen muchas obras delante de Dios, pero viven en guerra contra de su semejante.

Cómo llegar al Altar (Parte 2)

¿No sería la presentación de ofrendas impuras una de las causas de que muchos pastores, obreros y miembros de la iglesia estén caídos o debilitados en su fe? Sí, pues hay siervos que, además de cargar dentro de sí sentimientos impropios, como el rencor, la ira y la amargura, son deshonestos e injustos en su proceder.

Tienen muchas obras delante de Dios, pero viven en guerra contra de su semejante. Su lenguaje está repleto de maldad y chismes, y están siempre listos para “matar” con la lengua”, es decir, para fulminar a los demás con sus palabras.

Además, vemos a personas que se dicen convertidas teniendo un comportamiento igual o peor al de muchos incrédulos, sobre todo vía internet, donde se esconden detrás del anonimato. Allí, están listas para destruir reputaciones, “asesinar” el buen nombre, diseminar calumnias y despreciar a los demás a causa de su arrogancia. Piensan que sus actos groseros no están siendo pesados por el Todopoderoso y que el trabajo prestado a Dios tiene el poder de expiar o redimir la falta de carácter y de misericordia para con su semejante. ¡Pero están completamente engañados!

Para Dios, la rectitud de Sus siervos viene antes que su trabajo para Él. Y lo que llama Su atención es la santidad que no está estampada en la apariencia, sino en el corazón puro y unido al de Él.

Esa santidad no es alcanzada con la concurrencia impecable a los cultos; no es resultado de observar las reglas minuciosamente; y, mucho menos, de muchas obras dentro de la Iglesia. La santidad genuina es una búsqueda diaria de aquellos que nacieron de lo Alto y que fueron liberados de la esclavitud del pecado.

Son esos que pagan el precio para vivir de modo separado de los estándares de este mundo y que, día a día, renuncian a su propia voluntad por la voluntad Divina. Además, cuanto más son expuestos a la gloria de Dios, más semejantes se van tornando a Él, pues les es imputada la justicia del Señor Jesús.

Debemos recordar que, de las siete iglesias en Apocalipsis, solamente dos eran santificadas (Apocalipsis 2:8- 11; 3:7-13), siendo, por este criterio, aprobadas por Dios. Eso muestra que permanecer en temor y en fidelidad exige de nosotros mucha perseverancia.

Muchos hombres y mujeres comenzaron bien en la Obra de Dios, con el enfoque ajustado en servir, pero, a lo largo del tiempo, se perdieron. Por tal motivo, el Altar ya no puede santificar ni las ofrendas ni la vida de ellos. Entonces, el servicio que comenzaron a presentar pasó a ser solo mecánico y, así, no resultó en aprobación o recompensa por parte de Dios.

Si usted quiere mantenerse en la fe hasta el fin, conserve sus ojos en el Altar de Dios, es decir, en la voluntad Divina. De esa forma, su enfoque será siempre espiritual, y usted estará siempre sediento por ganar almas y por honrar a su Señor.

Si aún no ha leído la primera parte, ingrese en el siguiente link: Cómo llegar al Altar (Parte 1)

 

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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